. davidcampo .

lunes, 26 de enero de 2009

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¿Adónde iría aquel hombre qué me pregunto por la hora mientras deambulaba por la calle?
¿Qué pretendía conseguir aquel chico intentando perturbar mis opiniones?
¿Qué habría hecho aquella mujer para que los jóvenes arrojaran piedras a su ventana?
¿En quién se supone que pensaba aquella joven estudiante sentada en el banco del parque a media tarde?
¿Qué tipo de moto quería venderme aquella mujer falaz que cruelmente despotricaba contra aquel pobre anciano?
¿ Cuál era el motivo de las lágrimas que aquel niño arrastraba en sus húmedos ojos?
¿ Porqué el vendedor ambulante violaba ferozmente una parte de mi mente?


¡Y oye! Al hombre de la primera pregunta, ¿Le querrá su mujer? ¿Tendrá mujer? …


Somos capaces de especular o inferir sin argumentos sobre las intenciones y los pensamientos de los demás. O incluso, lo que es mucho peor, manipular éstos a nuestro antojo construyendo a cada uno una vida que se corresponda con nuestros esquemas.

Las apariencias engañan,
El engaño se alimenta muy frecuentemente de la apariencia.

david campo.



FOTÓGRAFA: MARTA SESÉ

2 comentarios:

Anónimo dijo...

tal qual... i es molt trist. la societat on ens trobem realment fa pena, hi ha molts racons on s'amaguen mentides, falses aparences, hipocresia, males intencions... i tot això on porta? a en lloc.

ojalà tothom ho vegúes així i poguessim poder construir entre tots, una societat molt millor.

Tot i així, cadascú va adonant-se dels qui i el que realment val la pena. Amb els teus, es amb els que s'està millor, ni que pels demés no puguin significar res, per tu ho són tot i et fan ser feliç.
Gràcies David.

Roger Puigpinós dijo...

Cada vegada és més important distingir en qui confies. És vergonyós.